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OCTAVA RAYA AL TIGRE

Grandeza obliga


Dice Jorge Valdano que los títulos no se ganan, se merecen. A lo largo de toda la temporada, los Tigres no merecieron el título, por su juego gitano, porque la calidad de sus jugadores debería ser garantía de no pasar por repechaje.


Sin embargo, los auriazules lograron avanzar por la fase final con eso que se les pidió durante todo el campeonato: garra y ambición. Lo ejemplificó un jugador cuestionado, pero de calidad incuestionable: Sebastián Córdova, indudable MVP de la liguilla.


Del otro lado venía un histórico que trata de recobrar el impulso. En semifinales se deshizo del equipo que, por juego y sensaciones, se había ganado el cartel de favorito, pero el futbol sabe poco de etiquetas.


Alguna vez le preguntaron a José Luis Mendilibar, actual técnico del Sevilla y entonces entrenador del Eibar, en qué consiste la grandeza de un equipo. El preparador vasco dijo que era una mezcla de historia, resultados y coraje en casa ocasión. Guadalajara jugó como un equipo chico la ida, apostando todo a un momento de inspiración, sin coraje.


Tuvieron las Chivas contra las cuerdas a los Tigres durante 20 minutos de la vuelta, llevando una ventaja de dos goles, pero no de sensaciones. Los Tigres dominaban infructuosamente, lo intentaban pero sin éxito.


Las virtudes felinas fueron la paciencia y la constancia. Un penal en el enésimo centro tirado por los Tigres, y un centro rematado por Córdova tras una corajuda recuperación de Quiñones, pusieron justicia en el tanteador.


En los tiempos extra, las piernas comenzaron a flaquear, pero aún así, en un jugada de tres remates, los Tigres dieron el zarpazo final. Con coraje, con garra, así se fraguó el título en Zapopan.



Quién sabe qué es la grandeza. Y en efecto, nadie puede argumentar que América, Guadalajara y Cruz Azul son las tres instituciones más grandes y queridas del futbol mexicano. A partir de hoy, nadie objetivo, conocedor y amante del futbol, puede negar que el siguiente grande del balompié nacional son los Tigres. Lo dicen los títulos, lo dice su historia pero, sobre todo, lo grita el coraje y el orgullo que da portar la incomparable casaca auriazul.


Felicidades al Tigre campeón que ganó, a pulso y como lo hace la gente del norte, a puro trabajo, su lugar entre los grandes del futbol de este continente.




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